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Severino Santiapichi

Un juez experto en procesos difíciles es el encargado de desbrozar la conspiración internacional contra el Papa

Severino Santiapichi cumplió 59 años el pasado 26 de mayo, la víspera del comienzo del juicio de Roma sobre la conspiración para asesinar al Papa, en el que le ha tocado la delicada tarea de presidir el tribunal que deberá dilucidar si existe o no la presunta pista búlgara denunciada por el agresor de Juan Pablo II, el turco Alí Agca. Un duro regalo de cumpleaños para este juez, experto en procesos difíciles, que considera como su primera tarea aclarar la verdad y el "no permitir a nadie que intente manejar el juicio".

Su biografía es muy apretada, y en ella entran los grandes juicios que han marcado los últimos años de Italia: presidió el tribunal que procesó a los asesinos del que fuera presidente de la Democracia Cristiana, Aldo Moro, así como la corte que condenó a cadena perpetua a Alí Agca por su intento de acabar con el Papa en 1981 o el segundo proceso contra el terrorista turco ahora. Fue precisamente él quien inauguró el aula-bunker del foro italiano con el proceso a los miembros de los Núcleos Armados Proletarios, de extrema izquierda. Y no hay que olvidar el polémico juicio a Toni Negri y a sus compañeros de Autonomía Obrera, acusados de connivencia con las Brigadas Rojas, que también le tocó presidir.La suya es una carrera en la que ha adquirido una fama de juez justo y honesto que quiere salvaguardar la magistratura de todas las presiones e injerencias. En su manera de conducir los juicios hay una mezcla de comprensión y de dureza. A Alí Agca, por ejemplo, le interrumpió su discurso visionario y apocalíptico para decirle delicadamente que el tribunal no se ocupa de verdades eternas, para más adelante cortarle tajantemente cuando el turco pretendió que aplazaran su interrogatorio durante 24 horas. "Soy yo quien dirige el juicio", le recordó al agresor del Papa.

Nació en la localidad siciliana de Scicli, y ante el comportamiento de algunos acusados turcos no se ha recatado en afirmar que le "parece estar en Sicilia, ante actitudes mafiosas". De su paso por Somalia, donde fue profesor de Derecho y presidió el Tribunal Supremo de ese país cuando Italia concluyó su mandato adjudicado por ONU, ha sacado una comprensión del mundo de la cultura y de la religión del islam. Un bagaje de gran utilidad ante un Alí Agca, terrorista cubierto de fanatismo religioso.

Se niega a hablar rotundamente de su vida privada. Algunas versiones dicen que está separado de su mujer. "Le basta saber que tengo un hijo, que ha terminado sus estudios de contabilidad, y una hija, que el próximo año se licencia en lingüística".

En pleno desarrollo del proceso tiene tiempo para ir a alguna presentación de libros o seguir escribiendo una obra sobre Derecho. O leer a uno de sus autores favoritos, Miguel de Unamuno cuya obra favorita es Vida de don Quijote y Sancho. "Cuando llegue ahora a casa quitaré las rosas que estén secas y cuidaré mis flores"

Dice que una de sus frustraciones es no haber podido escribir un libro sobre el barón de Ventimiglia, curandero siciliano llamado a Madrid para tratar al pintor Rubens y que a su regreso fue encarcelado.

Santiapichi tiene también un espacio para la vida mundana de Roma. De tez bronceada, pelo gris plateado y físico elegante, le gustan las reuniones a las que asiste la flor y nata del mundo del espectáculo o de la moda. Malas lenguas dicen que prefiere, especialmente, los actos sociales donde puede verse rodeado de hermosas mujeres.

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